La opinión de la Iglesia
Una Daga para Papa Pío XII
El 9 de diciembre de 1949,
al final del Santo Rosario, recitado por trabajadores del Tren Romano en la
capilla privada del Papa Pio XII, este pregunta: “Alguno de ustedes quiere
hablar conmigo?”
Bruno da un paso adelante
e hincándose, le pide perdón, por haber tenido la intención de matarlo: le
entrega la biblia de edición protestante, junto con el puñal, en el cual sobre
la cacha le había escrito: “Muerte al papa”.
El Papa, le responde con
un gesto sonriente: “Querido hijo, haciendo eso, no habrías hecho otra cosa que
dar un nuevo mártir y un nuevo papa a la Iglesia”.
UNA CONFIRMACIÓN PARA LA IGLESIA
El 1° de mayo de 1946 el venerable Pio XII en la carta “Deiparae Virginis Mariae” invita a los Obispos y al pueblo de Dios a “elevar insistentes oraciones a Dios para que se dignase mostrar claramente… los designios de su siempre adorable benignidad” acerca de la posibilidad de definir como dogma de fe, la asunción corpórea de la beata Virgen Maria.
Para confirmar el trabajo
de los teólogos, el 12 de abril l947 María le dice a Bruno: “Mi cuerpo no podía
sufrir corrupción y no se corrompió… por mi Hijo y por los Ángeles fui llevada
al cielo”. Y así la Virgen María donó su confirmación celeste a la solicitud
del Papa.
El 1° de noviembre 1950 el
venerable Pio XII proclama el Dogma de la Asunción de María al Cielo en cuerpo
y alma: para nosotros los hombres es la certeza de que nuestro cuerpo mortal
será revestido de inmortalidad”, 1 Cor 15, 54.
EL PENSAMIENTO DE LA IGLESIA
Para comprender el procedimiento de la Iglesia respecto a las Revelaciones Privadas, recordamos las palabras del entonces Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, en una entrevista que le concedió a Vittorio Messori y publicada después en un libro titulado “Rapporto sulla Fede”. De esta manera se expresa el Cardenal:
“Ninguna aparición es indispensable a la fe, la Revelación ha terminado plenamente con Jesucristo. Él mismo es la Revelación. Pero no podemos impedirle ciertamente a Dios de hablar a este nuestro tiempo, por medio de personas simples y también a través de señales extraordinarias que denuncien la insuficiencia de las culturas que nos dominan, enmascaradas de racionalismo y positivismo. Las apariciones que la Iglesia ha aprobado oficialmente tienen un puesto preciso en el desarrollo de la vida de la Iglesia en el último siglo. Enseñan, además, que la Revelación – incluso siendo única, concluida y pues no superable – no es cosa muerta, está viva, es vital. Del resto, una de las signos de nuestro tiempo es que las manifestaciones de “apariciones marianas” se están multiplicando en el mundo”. Continúa el Cardenal Ratzinger: “Uno de nuestros criterios es separar el aspecto de Las antiguas peregrinaciones de la Cristiandad se dirigían a lugares, que a propósito de nuestro espíritu de críticos modernistas, serían de alguna manera dudosos respecto a “veracidad científica” y a la tradición a la que está legada Esto no impide que aquellas peregrinaciones fueran fructuosas, benéficas, e importantes para la vida del pueblo cristiano. El problema es aquel de la valoración de la vitalidad y la ortodoxia de la vida religiosa que se desarrolla alrededor de aquellos lugares. A confirmación de éste es reconducido que los monseñores de la curia romana le preguntaron al Papa Pio XII qué debían de decidir acerca de los hechos de las Tres Fuentes: El San Padre contestó: “¿Pero qué debemos decidir? ¿No se hace bien? ¿No se ruega? ¿No hay arrepentimientos? ¿No se solucionan matrimonios? Ahora entonces dejamos que la Virgen haga lo que nosotros no sabemos hacer.”
Es importante subrayar que respeto a las apariciones, llamadas revelaciones privadas, tiene que pronunciarse de derecho al obispo diocesano que, en la diócesis de Roma, es el San Padre. Ahora el Papa, como fácilmente se comprende, no puede empeñar la autoridad del propio magisterio acerca de a revelaciones privadas. A menos que no delegue. Al respeto ya tenemos un precedente con referencia a la aparición de la Virgen María a Alphonse Ratisbona en la iglesia de San Andrés. El Vicariato de Roma la aprobó en el 1842.
Recordemos entonces los
pasos hechos por el Vicario de Roma, según la historia de la Virgen de la
Revelación a las Tres Fuentes:
El 5 de octubre de 1947 la Imagen de la Virgen es bendecida por Papa Pio XII en la Plaza de San Pedro y de ahí fue trasportada hasta las Tres Fuentes.
En el 1956 el Vicariato de Roma confía la custodia de la Gruta a los Frailes Menores Conventuales a quienes ya había sido confiada en 1955 la Parroquia de los San Pedro y San Pablo área territorial de pertenencia a la Gruta.
En el 1982 se constituye un Comité, con sede al Vicariato de Roma, para la recolección de fondos finalizada a la construcción de un Santuario. Se nombra como presidente del comité Mons. Pietro Blancos; como primer paso será edificado un altar en la capilla enfrente a la Gruta para la celebración de la Santa Misa.
El 12 de abril de 1987, con ocasión del 40° aniversario de la aparición, el Cardinal Vicario Hugo Poletti visita la Gruta y preside la solemne concelebración.
En el 1993 el Vicariato de Roma compra a la entidad de EUR el terreno donde es situada la Gruta para la construcción de un futuro santuario.
En el 1997 con ocasión del 50 aniversario, la celebración viene presidida por el Vice administrador Su Excelencia Mons. Cesare Nosiglia.
En el 1997 el Santo Padre Juan Pablo II ha aprobado la denominación del lugar como “Santa María del Tercer Milenio a las Tres Fuentes.”
En el 2001 el 11 de febrero el Cardinal Vicario Camilo Ruini, aprueba los Estatutos de las Misioneras de la Divina Revelación.
Sobre tal acontecimiento transmitimos y compartimos el testimonio del Cardinal Vicario de Roma, Hugo Poletti. Refiriéndose a las apariciones a las Tres Fuentes, Su Excelencia dijo:
Habitualmente se pregunta:
¿Pero hay un reconocimiento oficial de la Iglesia? Este no es un problema. No
es mucho el problema de un reconocimiento oficial, en cuánto que el
acontecimiento en sí contiene un propio mensaje, un propio valor, un propio
sentido. Siendo así Dios se complace (el Cardinal Vicario continuó, “muchas
veces directamente o por medio de su Madre), de abrir lugares de encuentros, en
donde la humanidad marcada por el sufrimiento se puede encontrar con Él y con
su amor. Éste es uno de esos lugares. Se abre pues un manantial de gracia a las
Tres Fuentes en la Gruta de la Aparición. Esto es importante. Estoy contento de
decir estas cosas y con esto dar gracias a Dios por la bondad de haberse
aparecido aquí, a la entrada de Roma, en un lugar rodeado de mundanidad, y a querido
abrir una manantial de sus gracias, de su amor, honrando y glorificando a su
Madre. Estoy contento de hacer este testimonio y deseo que muchos reflexionen y
busquen a Dios, no en el clamor, si no en el amor, en la bondad, en su
misericordia, siempre por medio de María, a la cual el Señor Dios, en Jesús el
Divino Salvador, le confió la tarea de abrir la Revelación a los ojos cerrados
de tantos hombres que no quieren creer. Es este el valor y el significado del
Santuario de las Tres Fuentes, de la Virgen de la Revelación.
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