Novena a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa
Oh Virgen Inmaculada,
Madre de Dios y Madre nuestra, con la más viva confianza en tu poderosa
intercesión tantas veces manifestada por medio de tu Medalla, te suplicamos
humildemente de dignar alcanzarnos las gracias que pedimos por esta novena
! Pedir una gracia personal
¡
Oh Virgen de la Medalla Milagrosa que apareció a santa Catalina Labouré en la actitud de Mediadora para el mundo entero y cada alma en particular, entregamos en tus manos y confiamos a tu Corazón nuestras súplicas! Dígnate presentarlas a tu Divino Hijo y conceder lo que pedimos si está conforme a la Voluntad Divina y útil a nuestras almas. Y después de levantar hacia Dios tus manos suplicantes, bájalos hacia nosotros y envuélvenos en los rayos de tus gracias, iluminando nuestro espíritu, purificando nuestro corazón, para que guiados por ti, alcancemos algún día la eterna bienaventuranza. Amén.
Oración de Juan Pablo II
en la Capilla
« ¡Oh María, sin pecado
concebida! ruega por nosotros que recurrimos a Ti »Jean Paul II
¡Oh María, sin pecado
concebida! Ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Ésta es, oh María, la
oración que inspiraste a Santa Catalina Labouré en este mismo lugar, hace
ciento cincuenta años. Y esta invocación, grabada ahora en la Medalla, la
pronunciarán en adelante ¡tantos fieles en el mundo entero!
[ … ] ¡Bendita tú eres
entre todas las mujeres! Has sido íntimamente asociada a toda la obra de
nuestra Redención, asociada a la Cruz de nuestro Salvador: tu corazón fue
traspasado junto a su Corazón. Y ahora, en la gloria de tu Hijo, no cesas de
interceder por nosotros, pobres pecadores. Velas por la Iglesia, de la que eres
la Madre. Velas por cada uno de tus hijos, y alcanzas de Dios, para cada uno de
nosotros, todas las gracias que simbolizan los rayos de luz que emergen de tus
manos abiertas, con la sola condición de que nos atrevamos a pedírtelas, de que
nos acerquemos a Ti con la confianza, la osadía, la sencillez de un niño. Y
así, nos llevas sin cesar hacia tu divino Hijo.
Juan
Pablo II (1980)
Oración de los enfermos
Virgen María, Madre de
Misericordia, tabernáculo con confianza vuelvo la mirada, una mirada filial,
hacia ti.
Sé y creo que me acompañas
en mi sufrimiento, como lo hiciste para Jesús, tu Hijo, camino del calvario.
Cuando pese demasiado mi
cruz, ayúdame a llevarla y a no descorazonarme.
Virgen María, Madre
nuestra, ruega por mí así como por todos los que me tratan con cariño.
¡Que por tu intercesión, Jesús tu Hijo, nos colme de su Paz y nos guarde en la Esperanza!
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