Novena a la Virgen de la Revelación
Octavo día de la Novena
“Canta con alegría, leas
la Verdad y salmea también en el dolor. Reza en las alegrías y en las penas,
reza siempre, la oración es el oxígeno del espíritu”.
Meditación
Que alegría es seguir al
Señor! Si vivimos junto con Cristo nada puede abatirnos y todo lo que vivimos
será dispuesto para el bien de los que lo aman (cfr. Rm 8,28). Sin embargo,
tanto en el dolor y en la alegría podemos regocijarnos. La Virgen de la
Revelación nos revela el verdadero secreto de la alegría cristiana: la relación
con Cristo en la oración. Cuando respiramos el oxígeno de la amistad íntima con
Cristo podemos compartir nuestras dificultades y pruebas con Él. Por lo tanto,
nada será insuperable, sino será un motivo de alegría. El verdadero secreto de
la alegría cristiana es exactamente en la presencia íntima del Señor en
nuestras vidas, y es por eso que su Madre siempre nos anima a orar.
Enseñanza
de la Iglesia
La oración es la vida del corazón nuevo. Debe animarnos en todo momento. Nosotros, sin embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo. Por eso, los Padres espirituales, en la tradición del Deuteronomio y de los profetas, insisten en la oración como un «recuerdo de Dios», un frecuente despertar la «memoria del corazón»: «Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar» (San Gregorio Nacianceno, Oratio 27 [teológica 1], 4). CIC 2697
La Súplica a la Virgen de la Revelación
Virgen Santísima de la
Revelación que estás en la Trinidad Divina dígnate, te rogamos dirigirnos tu
mirada misericordiosa y benigna.
¡Oh Maria!, tú eres
nuestra gran abogada junto a Dios que en esta tierra de pecado obtienes gracia
y milagros para la conversión de los incrédulos y pecadores.
Haz que obtengamos de tu
Hijo Jesús la salvación del alma, la salud del cuerpo y las gracias que estamos
necesitando.
Concede a la Iglesia y a su jefe el Romano Pontífice, la alegría de ver la conversión de los enemigos, la propagación del Reino de Dios en la tierra, la unidad de los creyentes en Cristo, la paz de las naciones; para que podamos amarte y servirte en esta vida y merezcamos verte algún día y darte gracias eternamente en el cielo. Amén.
Rezar 3 Avemarías con la siguiente jaculatoria:
Virgen de la Revelación, ruega por nosotros.
Dios nos guarde y la Virgen nos proteja. Amén.
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