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QUINTO DÍA DE LA NOVENA A LA VIRGEN DE LA REVELACIÓN




Novena a la Virgen de la Revelación


Quinto día de la Novena

“Te han salvado los Nueve Viernes del Sagrado Corazón de Jesús, promesa divina, que hiciste antes de entrar en la vía de la mentira y hacerte enemigo de Dios, un enemigo cruel sin fundamento”. 

Meditación

El Sagrado Corazón de Jesús quema de amor para la humanidad. A las Tres Fuentes la Virgen dice a Bruno que esta devoción lo salvó. Maria quiere enfatizar que nuestro Señor se aprovecha también de los detalles de nuestras vidas para salvarnos y que Él no se asunta delante de nuestras resistencias. Bruno recibió también la gracia de “madurar” todo esto. También nosotros, no siempre recibimos lo que pedimos inmediatamente, y a veces ni siquiera en nuestros términos. El Señor conoce las verdaderas necesidades del corazón y esto permite un verdadero encuentro con Él.

En primer lugar tenemos que crecer en la fe y la esperanza de que Dios responderá a nuestras necesidades. De hecho, Él nos da las gracias solo en el “tiempo apropiado”. A menudo, sólo cuando miramos hacia atrás, nos damos cuenta de que el tiempo de Dios en nuestra vida era perfecto.

Pedimos hoy a la Virgen Maria la gracia de crecer en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y el valor de confiarle nuestras vidas.

 

Enseñanza de la Iglesia:

“…Finalmente, con el ardiente deseo de poner una firme muralla contra las impías maquinaciones de los enemigos de Dios y de la Iglesia, y también hacer que las familias y las naciones vuelvan a caminar por la senda del amor a Dios y al prójimo, no dudamos en proponer la devoción al Sagrado Corazón de Jesús como escuela eficacísima de caridad divina; caridad divina, en la que se ha de fundar, como en el más sólido fundamento, aquel Reino de Dios que urge establecer en las almas de los individuos, en la sociedad familiar y en las naciones…” Pio XII, Haurietis Aquas, n36


La Súplica a la Virgen de la Revelación

Virgen Santísima de la Revelación que estás en la Trinidad Divina dígnate, te rogamos dirigirnos tu mirada misericordiosa y benigna.

¡Oh Maria!, tu eres nuestra gran abogada junto a Dios que con esta tierra de pecado obtienes gracia y milagros para la conversión de los incrédulos y pecadores.

Haz que obtengamos de tu Hijo Jesús la salvación del alma, la salud el cuerpo y las gracias que estamos necesitando.

Concede a la Iglesia y a su jefe el Romano Pontífice, la alegría de ver la conversión de los enemigos, la propagación del Reino de Dios en la tierra, la unidad de los creyentes en Cristo, la paz de las naciones; para que podamos amarte y servirte en esta vida y merezcamos verte algún día y darte gracias eternamente en el cielo. Amén.

Rezar 3 Avemarías con la siguiente jaculatoria: 

Virgen de la Revelación, ruega por nosotros.

Dios nos guarde y la Virgen nos proteja. Amén. 




 

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