NOVENA A SANTA MARÍA DE COVADONGA |
ORIGEN DEL CULTO A NUESTRA
SEÑORA DE COVADONGA
Origen del culto a Sta. María en la Santa Cueva
La historia primitiva nada
nos ha dejado escrito acerca de los comienzos del culto a la Virgen María en la
Cueva de Covadonga, y las noticias que de aquella época tenemos, es necesario
buscarlas en la tradición: Refiere ésta que la Cueva de Covadonga servía de
retiro a un ermitaño que la tenía dedicada al culto de la Virgen, cuya imagen
allí se veneraba.
En cierta ocasión Pelayo,
refugiado con otros cristianos en aquellas montañas, entró en la Cueva
persiguiendo a un malhechor. El ermitaño rogó a Pelayo que lo perdonara, puesto
que se había acogido a la protección de la Virgen, y que llegaría también el
día en que él tendría necesidad de buscar en la Cueva el amparo y ayuda de
Nuestra Señora.
Algunos historiadores
dicen- que lo más verosímil es que Pelayo y los cristianos, en la huída por
aquellas montañas, llevarían consigo alguna imagen de la Virgen, que colocaron
en la Cueva para implorar su protección, o mejor que la pondrían allí después de
la victoria obtenida, a fin de dar culto a María Santísima en memoria' y
gratitud por el triunfo obtenido por su mediación y, más tarde, Pelayo,
deseando tributar a María un homenaje perenne, edificó en la misma Cueva un
altar a la Virgen María.
Las Crónicas árabes,
cuando hablan de Covadonga afirman que en esta Cueva las mermadas fuerzas de
Pelayo encontraron refugio, alimentándose de la miel que las abejas habían
producido en las colmenas construidas en las hendiduras de las rocas.
Ante ella se libró lo que
se vino a llamar la "Batalla de Covadonga" y que vendría a ser una de
"las primeras piedras de la Europa cristiana". Las viejas crónicas
ponen en boca de Pelayo esta afirmación: "Nuestra esperanza está en Cristo
y de este pequeño monte saldrá la salvación de España". El rey Alfonso I y
su esposa Dª Hermesinda, construyeron una iglesia y en ella fueron erigidos
tres altares, dedicados uno a la Santísima Virgen, en el misterio de su
Natividad; otro a San Juan Bautista y el tercero a San Andrés. Además, con el
fin de que se tributara un culto continuo a la Madre de Dios, fundaron dichos
monarcas un monasterio.
La escritura de fundación
que se atribuye a Alfonso I dice que hace entrega de la iglesia a los monjes
Benedictinos; trae la lista de donaciones de objetos para el culto y
privilegios y firman el Rey y la Reina, tres Obispos, dos Abades y algunos
caballeros y manda trasladar desde el Monsacro una imagen de Nuestra Señora. A
este templo construido en la hendidura de la peña se le llamó "del milagro"
dado que al ser construido con madera y ésta volar tanto sobre el abismo era un
auténtico milagro que se mantuviese en pie.
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