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miércoles, 29 de mayo de 2019

NUESTRA SEÑORA DE COVADONGA



NOVENA A SANTA MARÍA DE COVADONGA




ORIGEN DEL CULTO A NUESTRA 
SEÑORA DE COVADONGA




Origen del culto a Sta. María en la Santa Cueva

La historia primitiva nada nos ha dejado escrito acerca de los comienzos del culto a la Virgen María en la Cueva de Covadonga, y las noticias que de aquella época tenemos, es necesario buscarlas en la tradición: Refiere ésta que la Cueva de Covadonga servía de retiro a un ermitaño que la tenía dedicada al culto de la Virgen, cuya imagen allí se veneraba.
En cierta ocasión Pelayo, refugiado con otros cristianos en aquellas montañas, entró en la Cueva persiguiendo a un malhechor. El ermitaño rogó a Pelayo que lo perdonara, puesto que se había acogido a la protección de la Virgen, y que llegaría también el día en que él tendría necesidad de buscar en la Cueva el amparo y ayuda de Nuestra Señora.
Algunos historiadores dicen- que lo más verosímil es que Pelayo y los cristianos, en la huída por aquellas montañas, llevarían consigo alguna imagen de la Virgen, que colocaron en la Cueva para implorar su protección, o mejor que la pondrían allí después de la victoria obtenida, a fin de dar culto a María Santísima en memoria' y gratitud por el triunfo obtenido por su mediación y, más tarde, Pelayo, deseando tributar a María un homenaje perenne, edificó en la misma Cueva un altar a la Virgen María.

Las Crónicas árabes, cuando hablan de Covadonga afirman que en esta Cueva las mermadas fuerzas de Pelayo encontraron refugio, alimentándose de la miel que las abejas habían producido en las colmenas construidas en las hendiduras de las rocas.

Ante ella se libró lo que se vino a llamar la "Batalla de Covadonga" y que vendría a ser una de "las primeras piedras de la Europa cristiana". Las viejas crónicas ponen en boca de Pelayo esta afirmación: "Nuestra esperanza está en Cristo y de este pequeño monte saldrá la salvación de España". El rey Alfonso I y su esposa Dª Hermesinda, construyeron una iglesia y en ella fueron erigidos tres altares, dedicados uno a la Santísima Virgen, en el misterio de su Natividad; otro a San Juan Bautista y el tercero a San Andrés. Además, con el fin de que se tributara un culto continuo a la Madre de Dios, fundaron dichos monarcas un monasterio.

La escritura de fundación que se atribuye a Alfonso I dice que hace entrega de la iglesia a los monjes Benedictinos; trae la lista de donaciones de objetos para el culto y privilegios y firman el Rey y la Reina, tres Obispos, dos Abades y algunos caballeros y manda trasladar desde el Monsacro una imagen de Nuestra Señora. A este templo construido en la hendidura de la peña se le llamó "del milagro" dado que al ser construido con madera y ésta volar tanto sobre el abismo era un auténtico milagro que se mantuviese en pie.


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