Nuestra Señora del Pilar por Goya |
NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL PILAR
Por el P. Eustaquio
Tresené.
I. ORACIONES INICIALES Y FINALES
ORACIÓN INICIAL
Postrado humildemente con
una firme esperanza en Dios, y en la poderosa protección de la Santísima
Virgen, comenzara diciendo: Por la señal de la Santa Cruz, etcétera.
Acto
de contrición
Señor mío Jesucristo, Dios
Hombre verdadero, Criador y Redentor mío. Por ser Vos quien sois, y porque os
amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo
firmemente nunca más pecar; apartarme de todas las ocasiones de ofenderos,
confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta, restituir y
satisfacer, si algo debiere. Ofrézcoos mi vida, obras y trabajos, en
satisfacción de todos mis pecados. Y como os suplico, así confío en vuestra
bondad y misericordia infinita, me los perdonaréis por los merecimientos de
vuestra preciosa sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia para enmendarme, y
para perseverar en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Señor Omnipotente! en vuestra soberana presencia derramo todo mi corazón, implorando vuestra bondad: yo soy aquella oveja perdida que mi amado Jesús, como Pastor bueno, se afanó tanto en buscarla, la redimió con su preciosísima sangre, y la tomó sobre sus hombros, para volverla al redil de la Iglesia. ¿Permitiréis ahora que se pierda? ¡Ay de mí, me confundo a mí mismo! La causa verdaderamente es mía, porque se trata de mi eterna salud, pero también es vuestra, porque se interesa vuestra gloria. Más entre tanto viva sobre la tierra, me hallo en la incertidumbre de mi salvación. En semejante conflicto, permitid, Señor, que desahogue con suspiros el profundo sentimiento que aflige mi corazón. Porque, qué me importará ganar el Universo, si me pierdo para siempre. Por esta causa tan importante, elevo mis fervorosos ruegos hasta el trono de vuestra gracia, suplicándoos que libréis mi alma de las furias del león infernal. En Vos confío, Madre piadosa, favorecedme en tan grave necesidad. Acordaos ¡oh graciosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir de nadie, que habiéndose acogido a vuestra protección, pidiendo vuestro amparo, e implorando vuestra intercesión, se haya perdido.
Animado yo con esta confianza, acudo a Vos: pecador como soy me presento gimiendo y suplicándoos, que me adoptéis para siempre como hijo, que toméis a vuestro cargo mi eterna salvación. No despreciéis mis palabras, Vos que sois Madre de la palabra eterna. Oídlas propicia, y despachadlas favorablemente, éste será todo mi consuelo sobre la tierra, y me inspirará la más segura confianza de ser colocado un día entre los Coros de los Ángeles, donde alabaré para siempre a Dios mi Salvador, y cantaré eternamente las misericordias de mi excelsa Protectora. Así sea.
Leer y meditar a
continuación la lectura del día que corresponda:
DÍAS
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9
ORACIONES
FINALES
Terminar cada día rezando
cinco Avemarías y las oraciones finales:
Cinco
Avemarías
1. En alabanza de la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Avemaría.
2. Por haberle erigido el Apóstol Santiago, por mandato de la Santísima Virgen, su santo Templo en Zaragoza, el primero del mundo dedicado a su nombre. Avemaría.
3. Por habernos dejado como un don precioso su sagrada Imagen, que es nuestro amparo y consuelo en toda tribulación. Avemaría.
4. Por el santo Pilar o Columna angélica, símbolo de la fortaleza y estabilidad de la fe católica en Zaragoza, hasta el fin del mundo. Avemaría.
5. En acción de gracias por los infinitos beneficios que desde su venida nos ha dispensado como excelsa Protectora de nuestra España. Avemaría.
Ahora
se pide al Señor, por la intercesión de la Santísima Virgen, la gracia
particular que cada uno desea conseguir en esta Novena; y luego se dice la
siguiente oración final:
Oración
final
¡Oh María! ¡Hija de Dios Padre!, amparad a la Iglesia, que desde su principio ha reclamado vuestra protección. Reconoced en ella la Esposa de Vuestro único Hijo, que la ha rescatado con el precio de toda su sangre. Haced que resplandezca con tal brillo de santidad, que pueda presentarse digna de su divino Esposo, y del precio con que fue redimida ¡Madre de Dios Hijo! que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. ¡Aurora brillante de este sol divino! disipad las tinieblas de la herejía y del cisma. Haced que todos sigan la luz de la verdad, y se apresuren a entrar en el seno de la verdadera Iglesia, donde juntamente con Jesús os conozcan con una viva fe, os invoquen con una esperanza firme, y os amen con un amor perfecto.
¡Esposa del Espíritu Santo, que ha reunido en un
sólo rebaño y en una misma religión, tantas y tan diferentes naciones!,
derramad sobre los Príncipes cristianos y sus ministros la abundancia de
gracias, de que sois dispensadora. Penetrad sus corazones del espíritu de paz y
de concordia, que al nacer vuestro hijo se anunció a la tierra: que nada
emprendan contrario a la paz y libertad de vuestra Iglesia. ¡Oh María, Templo
de la Santísima Trinidad, toda pura y sin mancha en vuestra Concepción! Mirad
con ojos de misericordia a la nación española, vuestra nación predilecta, que
tanto habéis distinguido de las demás; a pesar de sus pecados, continuad
siempre en amarla: mantenedla en la fe católica, apostólica, romana:
conservadla en la unidad católica, a fin de que defendida por vuestra gracia de
todo error estando al abrigo de toda disensión, y consagrada a servir a vuestro
Santísimo Hijo y a Vos con un culto digno, pueda marchar constantemente al fin
que le habéis prometido, y merecer teneros siempre por su Protectora en la
tierra, y por su Reina y Corona en el Cielo. Así sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario